¿Quién soy cuando no me comparo con nadie?

La trampa silenciosa de la comparación

Las comparaciones empiezan pronto. En la escuela, en casa, en las redes.

“Mira cómo estudia él.”
“Ella sí que tiene muchos amigos.”
“Yo nunca seré tan guay como ese TikToker…”

Y así, poco a poco, empezamos a construir una identidad basada en lo que nos falta, no en lo que tenemos. Nos vestimos como los demás, pensamos como los demás, intentamos encajar donde quizá no hace falta encajar.
Y lo más grave: dejamos de preguntarnos quiénes somos realmente.

Volver a ti

Cuando callas el ruido de fuera y te miras de verdad, suceden cosas.

Puede que descubras que te gusta la música, que eres más tranquilo/a de lo que pensabas, o que tienes una sensibilidad que escondías por miedo a no encajar. Cuando dejas de querer ser como los demás, empiezas a ser tú.
Y eso —aunque al principio dé un poco de miedo— es libertad.

Ser uno/a mismo/a en un mundo que constantemente te dice cómo deberías ser no es fácil.
Pero es valiente. Y es real.

¿Cómo empezar?

Aquí tienes algunos pasos sencillos para reconectar contigo:

– Escribe quién eres sin compararte con nadie. Solo tú.
– Pregúntate: “¿Qué me hace sentir bien de verdad?”
– Apaga el móvil durante un rato y observa cómo te sientes.
– Date permiso para ser diferente, para cambiar, para equivocarte, para no saber.

¿Y si dejaras de compararte?

Cuando dejas de mirar a los demás para definirte, empiezas a descubrirte.
Tal vez por primera vez.

No eres tu comparación con nadie.
Eres tu propia voz. Eres tu camino. Eres tu ritmo.

La pregunta no es: “¿Por qué no soy como los demás?”
La pregunta real es:
“¿Estoy viviendo la vida que realmente quiero vivir?”

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